La complejidad y la diversidad del inicio de este siglo ajustaron el concepto de planeamiento estratégico: la planificación es insuficiente en un mundo donde predomina la ruptura.
Pero el verdadero problema es que el planeamiento no es ni será estratégico.
Falacias del pensamiento estratégico
Lo criticable del planeamiento estratégico es que la estrategia no nace de un proceso formal y estructurado, por ello podría decirse que en su definición conceptual confluyen tres falacias.
Según la falacia de la predeterminación, para embarcarse en un proceso, la empresa debe saber predecir la evolución del entorno, controlarlo o asumir su estabilidad.
Según la falacia de la separación del planeamiento y la acción, el proceso todo lo define, como si fuese a control remoto.
Por último, la tercera falacia tiene que ver con la relación entre el planeamiento y el genio entrepreneur, como si el emprendimiento tuviera sólo que ver con un proceso de planificación.
De la combinación de las tres falacias, surge la gran falacia: como el análisis no es síntesis, planear estratégicamente nunca significará construir una estrategia.
Entender el contexto tiene que ver con evaluar el árbol y el bosque al mismo tiempo. Muchas veces nos encontramos con gerentes que piden permanentemente realidad y planificación a sus colaboradores. Y eso no está mal, pero lo que se ambiciona difícilmente se alcance, sino se propone traer el futuro al presente siendo protagonistas del cambio.
Como cierre de esta reflexión podemos decir que la estrategia lidera las ideas y el planeamiento debe relacionar y coordinar las ideas con la acción.
24-10-21